Blog, Entrevistas

Mariagni Hernández: El Temple y la Fe de una Primera Arreadora

Mariagni hernandez primera arreadora de los diablos de yare

En el universo de los Diablos Danzantes de Yare, donde cada gesto, cada retumbar de la caja y cada promesa tienen un peso sagrado, destaca con fuerza la figura de Mariagni Hernández, primera arreadora de la cofradía. Su historia es la de una mujer que ha asumido con carácter, sabiduría y profunda fe el compromiso de guiar, sostener y preservar una de las tradiciones más importantes del país.

Desde 1995, Mariagni forma parte activa de la cofradía. Fue postulada por dos figuras emblemáticas: la señora Josefina Flores y la primera capataz Petra Rafaela. Bajo su tutela se formó, aprendió los códigos no escritos de la tradición, y absorbió no solo los rituales y los símbolos, sino también el amor y el respeto por lo sagrado.

Pasó de ser asistente a ocupar, con el paso del tiempo, el cargo de primera arreadora. Su labor no es menor: debe garantizar que los diablos estén unidos, que no se dispersen, que el colectivo funcione como un solo cuerpo en momentos clave como la misa y la procesión. En un rol tradicionalmente dominado por hombres, Mariagni ejerce liderazgo con temple, pero también con respeto y empatía.

“Hay que tener carácter”, afirma, pero también sensibilidad para saber llegarle a la gente. Porque ser primera arreadora no es imponer: es unir, escuchar, guiar. Y hacerlo en nombre de una devoción profunda por el Santísimo Sacramento.

Su vínculo con la tradición nace desde lo más íntimo: su salud. Aquejada desde pequeña por crisis de asma, ofreció su vida al Santísimo Sacramento a cambio de sanación. Con el tiempo, y ya como madre, renovó su promesa por la salud de su hija. Para ella, danzar no es solo una expresión cultural, es una forma de agradecer y servir. “Quiero estar siempre sana y servirte hasta el resto de mi vida”, recuerda haber dicho en su oración.

La víspera del Corpus Christi es para Mariagni un torbellino de emociones: fe, gratitud, fervor. Cada año revive el milagro y reafirma su entrega.

Aunque la tradición ha limitado la participación activa de las mujeres en la danza, su rol ha sido y sigue siendo esencial. Mariagni habla con orgullo de las mujeres que la formaron y la inspiraron: Petra y Josefina, quienes dejaron en ella una marca imborrable.

Ella misma mantiene viva una enseñanza que le dio Petra: “Una mujer debe tener siempre un hilo y una aguja para servir en caso de emergencia.” Hoy, aún lleva esos objetos en su falda. Porque ser mujer en la cofradía también significa estar siempre lista, siempre presente.

Aun con las restricciones que impone la tradición —como la prohibición de que las mujeres dancen en ciertos espacios o sin permiso—, Mariagni reconoce que su presencia es vital: son las que acompañan, iluminan, sostienen. “Faltaría la esencia del amor si la mujer no estuviese allí”, dice con convicción».

Como docente, Mariagni es crítica y propositiva. Reconoce que, tras la proclamación de los Diablos Danzantes de Yare como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2012, hubo entusiasmo y responsabilidad. Pero también advierte una pérdida de esencia y compromiso con el paso de los años.

Ella propone recuperar esa llama desde la educación: formar a los promeseros no solo en lo artesanal, sino también en lo simbólico, lo espiritual, lo histórico. “La máscara no lo es todo”, sentencia. Hay que comprender y transmitir lo que representa. Sugiere incluso la creación de diplomados o programas de formación con enfoque pedagógico y turístico.

Porque para Mariagni, preservar la tradición no es solo danzar cada año. Es enseñar, compartir, transmitir. Es también defender el espacio sagrado frente a los embates de una sociedad que cambia, que a veces olvida, pero que necesita de raíces para sostenerse.

Mariagni Hernández representa ese equilibrio perfecto entre firmeza y sensibilidad, entre tradición y renovación. Su testimonio es un espejo donde se refleja el papel fundamental de la mujer en el alma de los Diablos de Yare. A través de su voz, entendemos que la tradición no es algo que se repite sin pensar. Es algo que se cuida, que se nutre, que se honra.

Gracias, Mariagni, por tu devoción y tu temple. Por recordarnos que, detrás de cada promesa, hay una historia que merece ser contada y compartida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *